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Donde la vida es más que sostener una sombrilla naranja,
Donde cuento sus dedos y dos de ellos, suman uno mío,
Donde quisiera tener añadir más resortes en mi cama,
Donde el cielo deja de contar la verdad de las mentiras.
Dejando el vestido contra la pared, tapo los oídos de estas rejas necesarias.
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Necesito encontrar en la calle el refugio, en el asfalto
toco los billetes, y mientras tanto voy ensuciando mis manos…
Llega la noche, el blues me viste de negro, nada nuevo en mí.
Los aretes que sujetan la clase en mi cara, brillan como nunca y
ellos bailan tras de mí, y se alejan… nunca han estado cerca.
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Hoy el guitarrista dejará de seguir mi ritmo,
hoy la pelota se caerá, mi madre no podrá ver su reloj.
Tan sólo pienso en sus pequeños deditos que van creciendo
y de los cuales voy perdiendo sus medidas tras las noches ausentes.
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El suspiro se eleva y me transporta,
me lleva hasta la mecedora de mi casa,
todo está tan quieto como la foto sobre mi cama.
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Mi voz y mis labios, ya no son suficientes…
Me toca seguir, y sin fuerzas, me toca seguir.
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Osmar Peña
El mago de Os 