Los transportes son máquinas que nos llevan y nos mueven con mucha facilidad, son instrumentos que hemos inventado para tener facilidades, para que las distancias no sean un impedimento. Así, encontramos que entre las comodidades de la vida moderna podemos viajar y conocer otras culturas sin tanto complique, nos conectamos, nos comunicamos, nos enlazamos.
Si bien pueden verse y entenderse como contextos de habla y de conexiones entre relaciones de afinidad, de intercambios de experiencias y de generación de otras al mismo tiempo, estas acciones únicas, singulares son unas de las que me han malformado, las que tomaron mi original shape y la reposicionaron, las opiniones y algunas formas de entender el mundo se me covirtieron en otras sin mucho esfuerzo, fue una aceptación de nuevos términos y condiciones que no tuve necesidad tampoco de leer.
En especial cuando suceden conexiones que viven en uno. Hace poco leí en #Instagram que «hay lugares donde uno no vive en ellos, sino que ellos viven en ti», de acuerdo a esa idea, en mis viajes he encontrado personas que permean más allá de una sola experiencia, que son más que un encuentro, más que la cita, el encuentro, la expectativa…
Así, me encuentro con una relación de ensueño, con el corazón abierto y dispuesto a aceptar a alguien que en mí misma posición está vulnerable, es él, íntegro, es un ser que se defiende con sus conocimientos y vivencias, que es puro y que está en un lugar que no es el suyo, que se pierde y que siente nervios o precaución por lo que pueda pasar, es un ser expectante, ambos lo somos, ambos nos sumimos en un encuentro único, planeado, concertado, arreglado con la experiencia que estas cosas suscitan. Diga estas cosas, pregunte estas otras, sea retórico con esto y directo con lo otro….
Bien soy una pequeña maraña de estrategia para asegurarme de que el otro no está tan cuerdo ni que sea tan absurdo, busco una mezcla sabrosa, alguien de quién pueda seguir bebiendo sin aburrirme, alguien con sazón para que mi paladar se emocione, para que la lengua se sienta viva y el apetito se abra como flor. Así, como flor.
Cuéntame cómo se enamora uno
La cuestión es que no es nada fácil pensar en amor cuando la distancia es un plano claro, cuando hay una ruptura asociada a un número de vuelo, a un hogar que no se concibe con extraños de otro país, pero en sí existe un sentimiento que no se pierde, el amor y los desgarres de lujuria que desprende el aura, las ganas de unirse «temporalmente» a un sentimiento, a una persona.
¿Es un crush que se queda atrapado como tinta en un papel?, ¿es una realidad que no podemos vivir?, ¿es el llamado a aventurarnos en el amor que llega inesperadamente?, ¿es una estafa que nos hace creer nuestra soledad? Y si quieres aprovechamos y preguntamos quiénes somos y por qué estamos aquí…
Las dudas no son un camino a seguir, es lo que quiero decir. Duda y serás un signo de interrogación que camina y eso sexy no es, no es editorial, no es cortés, no es felicidad, sino más bien es…. Duda, y la duda es y no es lo que ya dije.
En cualquier caso, quedo yo con la sensación de amor asociada a una persona que vive en XXXXXX, y resulta que no me pasa una sola vez, sino que se repite. Soy un patrón, un papel con medidas que busca tela sobre la cual calcarse y dejar sus bordes e interesantes facciones. Y este patrón se mueve de acá para allá, se renueva, cambia de telas, se hace más complejo, añade bolsillitos… Y ajá, ¿y entonces?
Conozco personas, las asumo, las internalizo, se vuelven un concepto, son un significado complejo y completo, se describen con emociones, se traducen o las traduzco y termino entendiéndolas y hablando un mismo código en común, privado, un «nuestro» se crea.
Entonces… ¿me enamoré?